Roses: el 'must' que hará que escapes hasta su Ruta del Vino DO Empordà

La Tramontana, la Bahía de Roses y una tierra rica en propiedades hacen que la villa pertenezca a una de las rutas del vino más importantes, la DO Empordà

La Ruta del Vino DO Empordà, a la que pertenece la localidad de Roses, transmite la esencia del Mediterráneo, una cultura gastronómica reconocida a nivel mundial y una auténtica constelación de estrellas Michelin. Este municipio costero del Alt Empordà, poseedor de una de las bahías más bellas del mundo, se encuentra dentro de los 48 municipios integrados en la Ruta. Su tierra, su climatología y su ubicación confieren  el marco idóneo en el que desarrollar una extensa oferta enoturística que incluye visitas a bodegas, comidas entre vides, estancias en bodegas situadas en bellos parajes naturales, tratamientos de vinoterapia y numerosas actividades como kayak con degustación de vinos, visita a bodegas en bicicleta o catas a ciegas. 

El marcado carácter mediterráneo de Roses se refleja en uno de los principales productos de su tierra como es el vino. La localidad pertenece a una de las rutas del vino más importantes de España, la Ruta del Vino DO Empordà, que cuenta con un total de 24 bodegas y 4 museos dedicados al vino, y que este año celebra su cuarto aniversario.

Esta red enoturística ofrece la más alta y exclusiva calidad en los servicios y productos que presenta tanto al viajero como al autóctono y que se conjugan con actividades como las catas o la aplicación de tratamientos de vinoterapia que son bastante demandados por los turistas que llegan hasta esta ruta de la Costa Brava atraídos por las propiedades de estos caldos. 

Las tierras de Roses, pertenecientes a la comarca del Alt Empordà, le han valido ser una de las villas integrantes de los 48 municipios distribuidos también por el Baix Empordà, otra de las regiones por excelencia para la plantación de viñedos. La zona de producción de Roses queda resguardada en las faldas de la Sierra de Rodes y al abrigo del Cabo de Creus. 

Este destino, donde un paseo hace que el tiempo se detenga, muestra una gran heterogeneidad en su terreno. Sus suelos son idóneos para la producción de un vino de excelente calidad. Sus viñas están plantadas desde el nivel del mar hasta un máximo de 260 metros de altitud. 

El clima de la Tramontana acompaña a los actuales viñedos de la Denominación de Origen que son en su mayoría de antigua implantación, con viñas de más de 30 años, lo que resulta beneficioso para que el producto alcance una alta calidad. Roses cuenta, en lo que se refiere a las variedades tintas, con la llamada Cariñena o Samsó, que constituye la base de la viticultura ampurdanesa junto con la Garnacha tinta (denominada en la zona Lledoner). Estas variedades tradicionales se complementan con nuevas variedades que se van introduciendo, como pueden ser Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah. 

Una singularidad de la zona es, por un lado, la Garnatxa de l’Empordà. Se trata de un vino dulce natural elaborado con la variedad de uva que le da nombre; y por el otro, los vinos ecológicos, las mistelas, los vinos de uva sobremadurada y los vinos espumosos que completan la oferta vitivinícola. 

Así pues, el turismo enológico de Roses se está consolidando como un importante complemento a la oferta turística que representa la localidad. Es el caso de Coll de Roses, una de las fincas más importantes y vinculadas al mundo del vino desde hace siglos. Desde 2010 acoge el Wine Family Museum, que ofrece a los visitantes un recorrido audiovisual permitiendo captar, de forma amena y poética, el proceso de elaboración del vino. No menos importantes son las Bodegas Martín Faixó, que se encargan de elaborar unos vinos muy singulares por el carácter peculiar de esta tierra y ofrecen visitas con degustación de vinos y almuerzos de viticultor.

Sin duda, la Ruta del Vino DO Empordà, a la que pertenece Roses, transmite la esencia del Mediterráneo, una cultura gastronómica reconocida a nivel mundial y una auténtica constelación de estrellas Michelin como las que en su día albergaron el afamado Bulli y que a día de hoy Els Brancs toma el relevo. Sus infraestructuras hoteleras y turísticas están adaptadas al turismo de sol y playa, familiar, cultural, náutico y enogastronómico. 

En este sentido, la Ruta desarrolla una extensa oferta enoturística que incluye visitas a bodegas, comidas entre vides, estancias en bodegas situadas en bellos parajes naturales, tratamientos de vinoterapia, visitas a museos y numerosas actividades como kayak con degustación de vinos, visita a bodegas en bicicleta o catas a ciegas. Visitar Roses es respirar la cultura del vino y tener la posibilidad de gozar del binomio tierra y mar, tradición y progreso en un paisaje privilegiado que hará que se disfrute al máximo de los días de descanso en plena Costa Brava. 

Texto e imágenes cortesía de asesoría de prensa

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